Motivos de un Sentimiento

Es una pena que sea desde hace un buen tiempo toda una incógnita en éste grande de España, aunque eso no sería objeto de críticas ni hacia el míster ni hacia los jugadores más bien apuntaría más arriba. El cuatro a uno no nos tiene que hacer olvidar la pésima gestión de la que está acostumbrada la institución.

El equipo es como un camaleón, sin duda, cuando ven que los dos que sacan de centro son un rubio y un morenito bajito, la confianza se eleva a límites que no tienen fin, si uno no está para hacerlo cambia de color, es curioso pero es así de cierto.

Con esto no digo que haya dependencia de los dos, ni de uno como muchos medios apuntan, no hay ningún equipo del mundo que tenga dependencia en ningún jugador, hay jugadores importantes y otros menos importantes, los hay que definen y los hay que hacen que los demás definan, los hay que defienden y los hay que desbaratan oportunidades. La dependencia no es algo aplicable en un juego que consta de cuatro líneas claras, el portero, la defensa, el centro del campo y la delantera. Detalle para algunos que cada día están con la Kun-dependencia en la boca.

Un Deportivo que venía con cartel de equipo serio, en puestos UEFA y con solo nueve goles encajados en diez encuentros. Logrando hasta en seis ocasiones dejar el casillero del contrario a cero. Se plantó en el terreno del Calderón y Aranzubía podría haberle dado las gracias a los postes de la portería, porque sin ellos puede que no fueran cuatro como nos tienen acostumbrados esas tardes en el estadio.

El equipo serio del que hemos hablado ya no era tan serio al final del encuentro y todo por pasar por el Calderón, por jugar contra el camaleón de la confianza, con el moreno y el rubio sacando de centro.

El míster parece que no quiere tentar a la suerte, sabe que la gente ya no pasa una más y juntó a la pareja de turno. ¿Qué le costará hacerlo más habitualmente? el conjunto, entre lesiones de uno, trabajo específico del otro y decisiones del enemigo de buena parte de la grada poco han jugado juntos, cinco veces se cuentan.

Y de esas cinco, quince veces perforaron las mallas del rival y en tres ocasiones fue al revés. Casi siempre se gana y una vez se perdió en la bocina, la pregunta que todos nos hacemos es ¿Qué más motivos hay que tener con estos resultados?

Ahora falta ver si la escalada que tienen pendiente se hace con el equipo de la confianza. El del rubio y el morenito o el enemigo, el de la grada, se plantea tentar a la suerte separándolos. Eso será incógnita, curiosamente como el rumbo de la institución, una incógnita...